A consecuencia
del primer cuento “Buen viaje, señor presidente” fui a buscar más información sobre
el “desarraigo” en internet.
Pero el fenómeno
no me interesa solamente en el contexto del libro, sino también porque veía un
sentimiento semejante con un yerno en los primeros años que vivía en Bélgica,
aunque no era un refugiado. Y aparte de esto, el desarraigo me hace asimismo
pensar en esos miles de personas que actualmente huyen de su país que sea por
motivos de guerra o por motivos económicos.
Resulta que el
desarraigo va más allá de la tristeza y que es una de las primeras sensaciones
que tiene un expatriado . Sería más bien un sentimiento de ajenidad y soledad,
debido a la pérdida de los referentes conocidos. Y no sólo referentes como su
familia y sus amigos sino también su casa, su barrio, sus costumbres
culturales, su clima. Todo lo que formaba su identidad.
Y aunque este
sentimiento disminuye a medida que el inmigrante se incorpora a la rutina del
país de acogida, resulta que se sigue sintiendo un poco ajeno a los demás.
Los motivos porque
alguien decide abandonar su país pueden ser muy distintos y no obstante todos
pueden sufrir por desarraigo, pienso que la situación de los refugiados de
guerra es la más dolorosa. Porque no solo sufren por desarraigo sino en muchos
casos también por la pérdida de personas queridas, las violaciones, el racismo,
el maltrato, la explotación por grupos criminales… ¿Y que
pensar del efecto de todo eso sobre los niños?
Monique VP