Recuerdos colegiales de la adolescencia en este relato. Recuerdos fragmentados, imágenes sueltas de diferentes momentos del paso del narrador por el Instituto Nacional hasta el año 1993. Pero no son recuerdos especialmente felices, aunque tampoco muy dramáticos. Como dice el narrador:
Recuerdo que nunca nos quejábamos. Qué cosa tan tonta era quejarse, había que aguantar con hombría. Pero la idea de hombría era confusa: a veces significaba valentía, otras veces indolencia.
En realidad poco ha quedado en la memoria de sus años de estudiante en este centro educativo: desde los nombres de los compañeros sustituidos por números hasta las palabras "inolvidables" del director ante el torpe intento de rebelión del protagonista, sus años de formación parecen haber dejado solamente una huella negativa, el recuerdo de todo lo que ha olvidado.
En realidad poco ha quedado en la memoria de sus años de estudiante.
ResponderEliminarEs una lástima que el narrador no tenga recuerdos bonitos.
Los años del colegio son muy importantes, porque a esa edad la influencia de los profesores es enorme. No solamente en cuanto a la materia de estudios, sino también en trasmitir ideas, en aprender a formar su opinión propia, en adoptar una actitud y mucho más. La formación debe dejar una base solída para la vida que viene. Por eso la responsabilidad de los profesores es de gran importancia.
El único recuerdo en detalle del narrador es el discurso del inspector general, Washington Musa. Ese hombre empezó a increpar a su compañero, totalmente injusto. El protagonista defende a su amigo pero la intervención tenía el efecto contrario además con una sanción muy exagerada. ¡Qué injusticia! Además me parece inadmisible un profesor que vende joyas en el colegio por su propio beneficio. Muestra que no toma en serio su profesión como educador.